jueves, 8 de septiembre de 2011

“Taste the Waste”, el documental que disecciona la sociedad del despilfarro

Dos hombres que saquean sistemáticamente cubos de basura no es quizá la imagen más atractiva para abrir un documental, pero al menos sí es llamativa, sobre todo cuando sus protagonistas no son mendigos venidos a menos, sino ciudadanos perfectamente vestidos e integrados en la sociedad. Los protagonistas del documental Taste the Waste, que llega hoy a la gran pantalla en Alemania, no se alimentan de desperdicios por motivos económicos, sino que lo hacen por razones de conciencia. Y también para demostrar que todos los alimentos que consiguen de la basura se encuentran en estado óptimo.
El alemán Valentin Thurn, director de Taste the Waste, pone en la picota en su documental a la sociedad del despilfarro y recoge para ello el testimonio de aquellos que se revelan contra este sistema. ¿Por qué arrojar a la basura toneladas y toneladas de alimentos si éstos pueden emplearse para alimentar a personas necesitadas, fabricar comida para animales y producir energía?
Se estimada que cada año un supermercado genera entre 500 y 600 toneladas de basura. ¿Cuál es el motivo de este despilfarro? Las estanterías de estos establecimientos deben estar siempre llenas de alimentos frescos, que después irremediablemente se echan a perder. Los productos lácteos se desechan, por ejemplo, automáticamente seis días antes del vencimiento de su fecha de caducidad.
En Taste the Waste, Thurn retrata la actual sociedad del despilfarro como absolutamente inmoral. ¿Acaso no resulta inmoral tirar a la basura toneladas de alimentos en buen estado cuando hay millones de personas en todo el mundo que pasan hambre?
El documental de Thurn llega a una desalentadora conclusión: con las toneladas de alimentos que se desechan a diario en Europa y Norteamérica podría alimentarse hasta tres veces a toda la población que pasa hambre en el mundo.
Una de las principales razones de la fiebre por el despilfarro que envuelve a la actual sociedad occidental es el gran tamaño de los envases de los alimentos. El consumidor compra en realidad más de lo que necesita y por eso termina arrojándolo a la basura.


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